
Los colores del otoño y la magia de Halloween
El otoño es una estación que invita a mirar hacia dentro. Los días se acortan, la luz se vuelve más suave y los colores del paisaje se transforman en una paleta cálida y envolvente. Los tonos naranjas, ocres, marrones y dorados nos hablan de renovación y descanso, del ciclo natural que cierra una etapa para preparar la siguiente.
En la decoración, estos colores transmiten sensación de hogar, de calma y de refugio. Incorporarlos en textiles, velas o detalles de madera crea ambientes acogedores que armonizan con el ritmo pausado de la temporada.
De la calidez otoñal al misterio de Halloween
A finales de octubre, el ambiente se tiñe de un aire más misterioso. Halloween llega como una celebración del cambio, un momento para jugar con la oscuridad y la fantasía. Es el instante perfecto para combinar la calidez otoñal con tonos más intensos y simbólicos.
El negro, el violeta y el verde oscuro aportan profundidad y misterio. Son colores que contrastan con la luz dorada del otoño y crean un equilibrio fascinante entre lo acogedor y lo inquietante. El secreto está en el contraste: mantener la base cálida y añadir pequeños acentos oscuros que evoquen ese toque enigmático.

Sabías que el origen de Halloween es una combinación de tradiciones celtas, cristianas y populares que con el tiempo se fusionaron en la celebración que todos conocemos. Se celebra especialmente en Estados Unidos, Canadá, Irlanda y Reino Unido, pero se ha ido extendiendo por otras partes del mundo.
Su origen celta es el festival Samhain, que marcaba el fin del verano y comienzo del invierno, época asociada a la muerte. Se creía que el 31 de octubre los espíritus de los muertos regresaban al mundo de los vivos, y los celtas encendían hogueras y usaban disfraces para ahuyentar o confundir a esos espíritus.
Con la llegada del cristianismo, en el siglo VIII, el papa Gregorio III estableció el Día de Todos los Santos (All Hallows’ Day) el 1 de noviembre para honrar a los santos y mártires, y la noche anterior pasó a llamarse All Hallows’ Eve (Víspera de Todos los Santos), que con el tiempo se contrajo a Halloween.
En España, y concretamente en Catalunya, se celebra para las mismas fechas la Castanyada. Esta tradición tiene un origen mucho más antiguo. También se recuerda a los familiares muertos y se visita el cementerio. Después, las familias se reunían, y lo siguen haciendo, para comer los típicos alimentos del otoño, castanyes, moniatos y panellets, acompañados de vino dulce o moscatell.

Iluminación: el alma del ambiente
La luz es la herramienta más poderosa para transformar un espacio. En otoño, la iluminación cálida, como amarilla o ámbar, reproduce la sensación del fuego o del atardecer. Para una noche de Halloween, se pueden incorporar luces tenues, velas o farolillos que proyecten sombras suaves y creen profundidad.
Si se desea un toque más teatral, bastan pequeñas luces de color violeta o verdoso en puntos estratégicos. Estas tonalidades aportan un aire mágico sin romper la armonía del entorno.
Decorar con elementos naturales
La naturaleza ofrece todo lo necesario para decorar con autenticidad. Calabazas, ramas secas, hojas caídas o castañas aportan textura y conexión con la tierra. Un mantel de lino, una bandeja de madera y algunas velas bastan para crear una mesa otoñal perfecta para la Castanyada o Halloween.
La clave está en combinar materiales naturales con luces suaves y una paleta cromática que transite entre el dorado del otoño y la penumbra del misterio.

Celebrar la transición
La Castanyada y Halloween son dos formas distintas de celebrar la misma estación: el paso del brillo del verano al sosiego del otoño. Una invita al recogimiento y a los sabores de hogar; la otra, al juego y la imaginación. Ambas nos recuerdan que el color, la luz y la decoración son también una manera de conectar con la naturaleza y con nuestras propias emociones.