Los animales han desarrollado diferentes sistemas de visión. Estos sistemas no son iguales porque cada especie ha evolucionado de manera distinta debido a las presiones y cambios en su entorno.
La especie humana tiene un sistema de percepción visual que comienza en el ojo. El fondo de la retina está embaldosado con una serie de células que actúan como receptores de la luz. Estas células contienen unas proteínas, llamadas opsinas, que reaccionan a la radiación lumínica generando una señal electroquímica.

Existen dos tipos de células receptoras: los bastones y los conos.
Los bastones tienen un tipo de opsina, llamada rodopsina, que detecta los cambios en la intensidad luminosa en condiciones de luminosidad baja. Los bastones son los responsables principales de nuestra visión nocturna pero se colapsan si hay demasiada luz. Los conos son las células que facilitan nuestra visión diurna y también los primeros responsables de nuestra percepción del color. Tenemos tres tipos de conos en función del tipo de opsina que tengan:
- El eritropsina es sensible a las longitudes de onda largas, en torno a los 560 nm (luz roja, en términos comunes).
- La cloropsina a las longitudes medias, de unos 530 nm (luz verde).
- La cianopsina es sensible a las ondas cortas, de unos 430 nm (luz azul).
En función de las longitudes de onda que lleguen a cada área de la retina reaccionará un tipo de cono u otro, y generarán una señal electroquímica que pasa a las células ganglionares.

La teoría de los procesos opuestos
La teoría de los procesos opuestos fue propuesta por Ewald Hering en el siglo XIX. Esta teoría sugiere que la percepción del color está controlada por tres sistemas de procesos opuestos: rojo-verde, azul-amarillo y blanco-negro. Según esta teoría, las células receptoras del color en nuestros ojos funcionan en pares opuestos. Cuando una célula de un par se activa, la otra se inhibe, lo que nos permite percibir colores opuestos.
La percepción del color es un proceso complejo que involucra tanto a los ojos como al cerebro. La luz que entra en el ojo es enfocada por la córnea y el cristalino, y luego llega a la retina, donde los conos y bastones la detectan. Los conos son responsables de la visión del color y funcionan mejor con luz brillante, mientras que los bastones son más sensibles a la luz tenue y no detectan el color.
Los conos contienen tres tipos de pigmentos sensibles a diferentes longitudes de onda de luz: roja, verde y azul. Cuando la luz incide en estos pigmentos, se produce una reacción química que genera una señal eléctrica. Esta señal es enviada al cerebro a través del nervio óptico, donde se procesa para crear la percepción del color.
¿Cómo podemos percibir los colores equivalentes a las diferentes longitudes de onda de la luz visible si sólo tenemos células receptoras para tres de estas longitudes?
La percepción del color en los humanos se basa en la combinación de las señales de los tres tipos de conos, cada uno sensible a diferentes longitudes de onda de luz (rojo, verde y azul). Aunque solo tenemos tres tipos de conos, podemos percibir una amplia gama de colores debido a la forma en que el cerebro interpreta las combinaciones de las señales de estos conos.
Cuando la luz incide en la retina, los conos reaccionan de acuerdo a la longitud de onda de la luz. Cada tipo de cono tiene una sensibilidad máxima a una longitud de onda específica, pero también responde a otras longitudes de onda cercanas con menor intensidad. La combinación de las respuestas de los tres tipos de conos permite al cerebro interpretar una amplia gama de colores.
Por ejemplo, la luz amarilla estimula tanto los conos sensibles al rojo como los sensibles al verde. El cerebro interpreta esta combinación de señales como el color amarillo. De manera similar, otros colores se perciben a través de diferentes combinaciones de las respuestas de los conos.
Este proceso de combinación de señales se conoce como teoría tricromática de la visión del color, propuesta por Thomas Young y Hermann von Helmholtz en el siglo XIX. Según esta teoría, cualquier color visible puede ser creado mediante la combinación adecuada de luz roja, verde y azul.

La percepción del color es contextual
La percepción del color es un proceso complejo que nos permite reconocer y distinguir los objetos en nuestro entorno. Nuestro sistema visual, junto con otros sentidos como el olfato, el tacto, el gusto y el oído, nos proporciona información crucial sobre el mundo que nos rodea, ayudándonos a sobrevivir.
La capacidad de distinguir colores nos permite identificar objetos según las longitudes de onda de luz que reflejan, lo que nos ayuda a diferenciar elementos en nuestra escena visual y a comprender sus características. Este proceso involucra tanto a los ojos como al cerebro. Nuestro sistema visual utiliza conos y bastones para detectar la luz y enviar señales al cerebro, creando así la percepción del color.
La teoría tricromática sugiere que cualquier color visible puede formarse combinando luz roja, verde y azul. Además, la percepción del color depende de cómo se relacionan los colores en toda la escena visual. En resumen, este proceso complejo nos ayuda a interpretar y entender el mundo que nos rodea.
Fuentes:
- (c) Fundació per la UOC. Alba Ferrer, David Gómez, Jordi Alberich 2010. Creative Commons Reconeixement Compartir Igual 3.0-es.
- Wikipedia (imágenes):
- (1) Por che(Please credit as "Petr Novák, Wikipedia" in case you use this outside WMF projects.) (Trabajo propio) [CC-BY-SA-2.5 (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.5)], undefined
- (2) Por Posible2006 (Trabajo propio) [CC-BY-SA-3.0 (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0) undefined GFDL (http://www.gnu.org/copyleft/fdl.html)], undefined
- (3) Por Skatebiker at en.wikipedia [Public domain], de Wikimedia Commons