Carl Gustav Jung, pionero de la psicología profunda y creador de la psicología analítica, dedicó gran parte de su trabajo al estudio del símbolo, el inconsciente y la transformación del alma. Aunque nunca formuló una teoría específica sobre los colores en términos científicos o fisiológicos, sí los integró como elementos fundamentales en su exploración del mundo psíquico. Para Jung, el color no era un simple atributo estético, sino una manifestación de procesos internos que revelan la dinámica del alma.
En los sueños, en las visiones, en los mandalas y en los textos alquímicos que tanto le fascinaban, los colores desempeñaban un papel revelador. Cuando un paciente soñaba con un objeto de un color vivo, o dibujaba espontáneamente una figura coloreada durante una sesión de análisis, Jung lo interpretaba no como una casualidad, sino como la expresión simbólica de una energía psíquica subyacente.
El rojo, por ejemplo, podía evocar la fuerza vital, la pasión o incluso la agresión. En cambio, el azul apuntaba hacia lo espiritual, lo introspectivo, lo eterno. El negro representaba el inconsciente profundo, lo desconocido, la sombra que todos llevamos dentro. El blanco simbolizaba tanto la pureza como, en ocasiones, el vacío o la potencialidad pura. El oro, a su vez, era un color sagrado, vinculado a la plenitud, la totalidad y la realización del ser.
Alquimia, transformación interior
Uno de los campos donde Jung abordó el color con más detalle fue el de la alquimia. Los antiguos alquimistas describían su proceso de transformación interior a través de fases codificadas con colores: la nigredo, fase negra de disolución y caos; la albedo, fase blanca de purificación; la citrinitas, amarilla, relacionada con la iluminación creciente; y finalmente la rubedo, fase roja de culminación e integración. Para Jung, este lenguaje colorido no era arcaico ni supersticioso, sino una representación simbólica del proceso de individuación: el camino hacia la integración del yo con el inconsciente, hacia el ser completo.
Los mandalas, la expresión del inconsciente
Los mandalas, otro elemento central en la obra de Jung, ofrecían una forma visual en la que el inconsciente se expresa espontáneamente a través de formas geométricas y colores. Jung observó cómo los colores usados por sus pacientes en estos dibujos revelaban estados emocionales y espirituales. El acto de colorear un mandala, lejos de ser un pasatiempo decorativo, podía convertirse en una forma de diálogo con lo más profundo del alma.

El simbolismo del color, para Jung, no era fijo ni universal en todos los casos. Los significados podían variar según la cultura, la etapa de vida de la persona o el contexto del sueño o la obra. Sin embargo, ciertas correspondencias arquetípicas parecían repetirse con frecuencia. Por eso, Jung no propuso un diccionario rígido de colores, sino una actitud de atención y apertura a su significado dentro de cada proceso individual.
Hoy en día, las terapias artísticas, la psicología transpersonal y muchas formas de análisis simbólico todavía se apoyan en esta visión rica y profunda de los colores como portales hacia lo invisible. En la tradición junguiana, el color sigue siendo una herramienta viva para iluminar el alma.
Referencias
- https://en.wikipedia.org/wiki/Carl_Jung
- https://www.unir.net/revista/salud/arquetipos-personalidad/
- https://www.worldhistory.org/trans/es/1-12127/mandala/
- https://www.tdx.cat/bitstream/handle/10803/462856/tae.pdf
- Imagen destacada: eXploration Etoile - https://www.flickr.com/photos/explorationetoile/
- (1) Original image by Kosi Gramatikoff. Uploaded by Cristian Violatti, published on 07 September 2013. https://www.worldhistory.org/image/1418/tibetan-mandala-sera-monastery/